Hace unos años, quizás nueve o incluso más, un extraño personaje, un editor con el que colaboraba de cuando vez, me llamo para que le hiciese unas ilustraciones para una una nueva revista de fenómenos paranormales que iba a editar. Me encargó dos ilustraciones. Una para ilustrar un artículo sobre rituales de embalsamamiento en el antiguo Egipto y otra sobre el fenómeno CHE (Combustión Humana Espontánea) y que adjunto a estas palabras.
Pasó el tiempo y no recibía noticias de este hombre. Llegó un momento que ni siquiera contestaba al teléfono. Fué entonces cuando decidí ir directamente por la oficina dispuesto a cobrar las ilustraciones y cual fué mi sorpresa al ver que el local estaba abandonado. Naturalmente la revista nunca llegó salir y desde entonces he preferido no pensar donde está aquel editor que aun me debe dinero. Puedo asegurar que si está muerto yo no le he matado, ahora bien, estuve a poco de comprobar lo que se siente con eso del CHE, porque aquel día me encendí más de la cuenta.
Ahora con el tiempo pienso sobre aquella revista de parasicología y llego a la conclusión de que no es tan raro la repentina desaparición de algo que nunca llegó a aparecer y la vez sigo esperando a cruzarme con el desaparecido moroso. Estoy seguro de que aun está vivo.
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